sábado, 15 de agosto de 2009

Nuestro cayado


El Cayado del Sancocho

Era "solamente" una vara. Una sencilla y humilde vara. Un bastón curvo ylargo. Un “cayado”. Como pastor de ovejas era su única posesión, pero
con ella, Dios, le permitió a Moisés realizar
grandes encomiendas. Ahora bien, si repasamos varios pasajes bíblicos
(libro de Éxodo) nos daremos cuenta que para el faraón, para el pueblo
de
Israel, para el Mar Rojo y para los peces del Nilo, la vara, fue
mucho más que eso. Ni siquiera hablemos de su "autocapacidad
camaleónica” de convertirse en serpiente. Ciertamente fue necesario que
percibiéramos estos escenarios para contemplar que sobre la vara,
cohabitaba, un chispazo de Poder. Perdonen la convicción, pero la vara,
fue el artefacto que Moisés utilizó para manifestar que Dios era fiel,
solidario, poderoso, transformador y amoroso. Me saboreo la certeza de
anunciar que la vara era realmente: "El cayado de Dios". Sí, esa vara
fue capaz de TODO. ....

Ahora bien, no todas "las varas" son visibles. Les comparto que recientemente
tuve dos escenarios en donde no encontré la mía. En el primer capítulo
(la semana pasada), un amigo mío que duerme en la calle, sobrevivió un
incidente conocido como "hot line". Esto lo llevó al suelo
inmediatamente. Prácticamente murió y volvió a vivir sobre mis brazos
(gracias a Dios). En ese momento no encontré la vara. En el segundo
capítulo (sábado 14 de febrero), saliendo de nuestro amado Lloréns,
pude ser testigo tardío (junto a Cristian) del magnicidio de dos
jóvenes. En ese momento, con cámara en mano, optamos sabiamente por
grabar con nuestra alma ese instante. Como parte de esta
crónica, platicamos con un vecino. Este caballero se dedica a arreglar
los problemas regulares que confronta su club de velocípedos. En esta
ocasión no resolvió el problema de cualquier bicicleta, sino que alteró
el documental y transformó mis ojos para que lograran ver la tan
esperada "vara". Nos dijo: "Antes, los jóvenes sabíamos que éramos de
carne y hueso. Hoy, los jóvenes piensan que son de HIERRO". Wow.
Perplejo y atónito me quedé ante la imagen. Ciertamente este señor
dibujó, sin temor alguno, la cotidianeidad de la juventud
puertorriqueña. No me opongo a su línea. Al contrario, gracias a él
puedo meditar no solo en mi vara, sino, en la vara del Sancocho. ....

Estoy convencido, hoy más que nunca, que el Sancocho realiza
un esfuerzo emergente. Un amigo me hablaba en estos días sobre la
correlación entre la fe y las obras (Cap. 2 de Santiago). Me parece que
el Sancocho trabaja con fe, una gran obra, que a diferencia de
otras, ésta, no se ve. La fe y la obra del Sancocho resultan
inmedibles, incalculables y tiene propiedades incoloras. O sea, a pesar
de que en el centro es colorida, sus destellos, ante el ojo humano son
invisibles. Nuestra fe es incolora y nuestra obra desteñida. Ahora
bien, ¿Por qué digo esto? No lo digo porque la apreciación esté
ausente, sino porque precisamente, ambas buscan allegarse al que se
considera de carne y hueso, pero de igual forma, al que se percibe de
hierro. Dios nos ha obsequiado la oportunidad de esparcir la fe que no
se ve, y de obrar a favor tanto para el de carne, como para el de
hierro. La noche del 14 de febrero, delante de aquellos dos jóvenes, ví
claramente nuestra misión: “Tocar con el cayado interno al de carne, al
de hueso y al de hierro”. Esa noche supe que tod@s tenemos una vara.
Esa noche supe que aunque no se vea y ante la circunstancia que sea,
debemos extender nuestra vara. Esa noche supe que l@s residentes tienen
su vara. Esa noche supe que el Sancocho tiene que aprovechar esta
oportunidad para obtener y depositar la fe incolora, la obra desteñida
y alzar su vara. Esa noche supe que Dios (al igual que a Moisés) nos
confió su vara. Esa noche supe que con vara en nuestras manos, dejamos
de pastorear ovejas para vocear que su amor continúa siendo solidario,
compasivo, poderoso y transformador. Esa noche supe que como en el Mar
Rojo, en el Residencial Luis Llorens Torres, hay un grupo de jóvenes
que sabe que su cayado sirve y necesita a Dios. Cuando caí en cuenta de
esto, dejé de ser de hierro, entonces, observé que nuestra vara, es
mucho más que eso. Lo que tenemos es una sencilla y humilde vara. Somos
una vara, que aunque imperceptible, con nuestra fe, derretiremos todo
tipo de hierro. Por fin entiendo que la vara de Moisés, la vara de
Lloréns Torres, tú vara, mí vara y la vara del Sancocho, en esencia,
son lo mismo. Todas las varas son: “El Cayado de Dios”. Sí, esta vara
es capaz de TODO.
....

Pensando en el conjunto amoroso del Sancocho…....

Gabi-27/febrero/2009

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